Ecoreligión

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sábado, 9 de julio de 2022

Los dos árboles

En la Biblia podemos leer de dos árboles, el árbol de la ciencia y el árbol de la vida. Ambos tienen algo en común que pocos mencionan, son árboles: sobreviven gracias a que la tierra los nutre, forman parte de la naturaleza.

 La tierra, Gea, es la madre de la Ecoreligión, la que posibilita que todo ser vivo exista, y por lo tanto que exista la vida, y con ella el hombre, y con él la ciencia. Esto no es sólo para algunos creyentes una afirmación revelada, sino un hecho comprobable desde todos los puntos de vista, incluso el científico.

Cuidar los árboles de la ciencia y de la vida implica cuidar la ecología, es decir, la relación entre el ser humano y el medio ambiente. Desde el momento en que dejamos de ser simples animales, pasamos a dejar de hacer las cosas de forma natural (correcta) a poder hacerlas de forma antinatural (incorrecta) o supernatural (mejorando lo que es naturalmente correcto o perfecto). Esto es el libre albedrío, el libero arbitrio, sus posibilidades buenas y malas.

Lamentablemente, en el mundo globalizado tal como se plantea hoy, la forma antinatural de vivir va de la mano de la comodidad, y por lo tanto es la norma para la mayoría de la gente. El camino fácil suele ser el más atractivo a corto plazo, pero no siempre es el mejor. Hemos olvidado eso, y las consecuencias son graves tanto a nivel ecológico como de vida, de salud (sedentarismo, adicciones, obesidad, etc.).

Al mismo tiempo, los nuevos monstruos antinaturales que son las empresas e instituciones sin control, avanzan como seres descerebrado y hambrientos avasallando todo lo que está vivo y naturalmente impoluto; matándolo, manchándolo de forma muchas veces irrecuperable. Cuanto más grande es una empresa, menores son las responsabilidades de sus miembros: todos hacen lo que se les manda...nadie es responsable, y por lo tanto el único motor es el dinero, siendo lo demás una forma de acceder a él.

La Ecoreligión es necesaria. Necesitamos autodisciplina, necesitamos un autocontrol ecológico que parta de cada uno y sea tan fuerte, por la suma de voluntades y de almas, que inunde a toda forma de organización humana, imprimiéndole una moral ecológica.

La Ecoreligión pretende ser una religión que nuclee en su doctrina todos aquellos preceptos naturales que en la mayor parte de la historia de la humanidad (antes de la existencia de la máquina) rigieron al hombre. Todo lo bueno, todo lo natural, todo lo ecológico debe ser revalorizado.

El desafío de Ecoreligión es compatibilizar el árbol de la ciencia con el árbol de la vida, sabiendo que mientras el ser humano exista en el universo, uno no podrá existir sin el otro, ya que es tan peligrosa para la naturaleza la ignorancia humana, como la furia de los desastres naturales consecuencia de una racionalidad sin un control moral ecológico, de una doctrina ecoreligiosa que la rija para evitar la autodestrucción.

 

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